Es posible estar cerca de Cristo y al mismo tiempo muy lejos. Encontramos una ilustración de esta verdad en los doce apóstoles. Ellos tuvieron la oportunidad más obvia de tener una relación personal con Él. Sin embargo, en ese círculo íntimo había uno, probablemente el que disfrutaba de la mayor confianza de parte del grupo (puesto que administraba el dinero), que nunca tuvo tuvo realmente la clase de conexión personal a la que nos referimos. Judas sabía mucho de Jesús. Conocía los hábitos del Maestro lo suficiente como para conducir a sus aprehensores a su lugar de reunión en un huerto. Conocía tan bien a Cristo como para traicionarlo, saludándolo con un beso. Pero no lo conocía como Salvador y Señor.
A pesar de lo mucho que confiaban en él, el <<tesorero>> nunca tuvo la clase de relación personal y Cristocéntrica con Dios que hoy tenemos disponible. Es un ejemplo perturbador de la clase de persona de la que habló Jesús cuando dijo:
Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición ... Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entoncs les declararé: Nunca os conocí, apartaos de mí, hacedores de maldad (Mateo 7:13,22,23).
Asegurémonos de no terminar como alguien que asumío que saber de Cristo era conocerlo personalmente.
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